Autor/a: Andrés Varela Miranda
El candidato subió alegremente a la tarima sosteniendo unos papeles.Se aproximó al atril y, tras fingir una mueca molesta, soltó una carcajada y lanzó los papeles al aire desatando los aplausos de la multitud.Ese acto y un pendiente en la ceja eran estrategias cuidadosamente calculadas mediante un algoritmo secreto en la sede del partido para transmitir una actitud desenfadada y rebelde que conectase con más gente joven, sector que más se resistía a entregar el voto.
-¡Buenas noches, amigos! Estar aquí es un honor. Como bien sabéis, ahora hay que poner las cartas sobre la mesa. Nuestro equipo ha diseñado un plan perfecto para los tiempos de escasez que nos ha tocado vivir. Si llegamos a administrar la ciudad, lo pondremos en funcionamiento.
El hombre se aleja del atril y destapa una cortina que deja a la vista una pantalla enorme dónde se puede observar la representación gráfica de un parque. Hay fórmulas y mediciones en los laterales del trapecio verde interrumpido solo por un círculo azul en el centro. Pero lo más importante son los cuatro ganchos en los cuatro ángulos del trapecio.
-¡Tachán! Aquí está nuestro querido parque. Refugio de enamorados, amantes de la naturaleza, de corredores, paseadores de perros, de ardillas y patos. Orgullo y bandera de nuestra ciudad, un recurso que no podemos obviar si queremos plantarnos en primera. Ante las dificultades económicas hemos hallado finalmente la solución más barata. Ahí veis los ganchos en las esquinas,los cuales, a través de unos cables de aleación de Strongcio, Robustio y Fortachón, permitirán que cuatro helicópteros militares puedan desplazar el parque de un lado a otro, y así ahorrar al mismo tiempo que todos los habitantes pueden disfrutar de la naturaleza. Los Lunes y los Martes el Barrio de San Salvador tendrá el parque a su disposición. Los Miércoles y Jueves será el turno del casco viejo. Solo los Viernes, por cuestiones de proporción demográfica, se desplazará a la Avenida de la Enciclopedia, que separa el centro del polígono industrial. Por fin,Sábado y Domingo, el parque se situará en los terrenos aledaños al río.
La audiencia estalla en aplausos enfurecidos que se hacen cada vez más tenues hasta que el candidato desaparece ondeando su mano y una sonrisa en la cara que dura hasta que se encuentra solo en las entrañas del edificio. Se mete en un camerino y cierra la puerta. Una mujer desnuda le espera fumando tumbada en el sofá. Al lado, una botella de champán se enfría en hielo y una bandeja de langostinos brilla bajo la luz del techo.
El tipo se sienta y ella le masajea los hombros mientras le susurra al oído.
-¿Qué tal ha ido? ¿Te has portado como te dije?
-Bien, bien. Aún me cuesta acostumbrarme. Pero bien, sin más.
-¿Y esa cara? Toma un poco.
La mujer le alcanza la botella de champán y le sirve una copa que rellena en breve tiempo con tan solo unos segundos de diferencia. Luego el hombre empieza a comer langostinos con desgana hasta dejar algunas cáscaras en el suelo. Las mira fijamente, tan huecas, tan vacías, como una mentira.
A.V.M.
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